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El síndrome del corredor también llamado síndrome de la cintilla iliotibial o rodilla del corredor es una inflamación de la banda iliotibial por el rozamiento repetitivo del tendón del músculo tensor de la fascia lata con la parte exterior de la rodilla.
Esta lesión provoca dolor, quemazón e inflamación durante la carrera que aumenta en función de los kilómetros recorridos, de ahí que los principales pacientes que lo sufren sean atletas, concretamente los corredores de fondo.
Una forma de clasificar las causas de una lesión puede ser hablando de factores intrínsecos (propios del cuerpo) o extrínsecos (externos al cuerpo). En el caso de la rodilla del corredor, la mayoría de las causas son intrínsecas:
Como hemos comentado anteriormente, la principal sintomatología es dolor en la parte externa de la rodilla que aumenta según avanzan los impactos de nuestros pies sobre el terreno. Además, el dolor aumenta al correr cuesta abajo puesto que la tensión en el músculo tensor de la fascia lata es mayor en este movimiento. Una vez que terminamos el entrenamiento o nos vemos en la obligación de parar por el dolor que nos causa dicha lesión, la molestia suele detenerse.
Sin embargo, existen varias patologías con sintomatología parecida. Para diferenciarlas, podemos realizar dos pruebas que pueden ayudarnos a identificar la rodilla del corredor y no confundirla con otra lesión:
Nos colocamos a la pata coja sobre el miembro lesionado. Posteriormente, realizamos flexión de rodilla de 30 – 40° y nos mantenemos unos segundos en esta posición. Si aparece dolor, nos dará a conocer que sufrimos síndrome de cintilla iliotibial.
Nos colocamos tumbados de lado con la pierna lesionada hacia arriba (decúbito lateral contralateral) con caderas y rodillas en flexión. A continuación, realizamos extensión + aducción (llevar la rodilla hacia dentro) de la cadera. Si el movimiento de aducción está limitado, significaría un acortamiento de la cintilla iliotibial.
Lo más importante, como ante cualquier tipo de lesión, es actuar lo más rápido posible puesto que cuantos más kilómetros corramos con una “ligera molestia”, antes se convertirá en lesión.
En primer lugar, es recomendable disminuir la actividad deportiva (que no significa parar) puesto que esto disminuirá la inflamación del tendón. Este efecto también lo conseguiremos con la crioterapia (aplicación de hielo) en la zona de dolor. Así mismo, deberemos realizar ejercicios de fortalecimiento del glúteo medio, glúteo mayor y del tensor de la fascia lata para evitar que nuestra rodilla se meta hacia dentro (valgo de rodilla) durante la fase de apoyo de la carrera y evitar así la sobrecarga de la parte externa de la rodilla. En adicción, el uso de presoterapia ayudará a reducir la fatiga muscular, la cual, como hemos visto anteriormente, es uno de los factores que causa el síndrome de la cintilla iliotibial.
Si con los anteriores consejos nuestro dolor no ha mejorado o la mejoría es insuficiente para seguir con nuestra práctica deportiva habitual, debemos acudir al fisioterapeuta para que volvamos a entrenar sin dolor y, lo más importante, no recaer.
A continuación, te vamos a dar una serie de consejos para que puedas prevenir la rodilla del corredor y así evitar un parón en tus entrenamientos, pudiendo afectar al rendimiento de tus futuras competiciones:
Alicia Vicario, fisioterapeuta y creadora de Fisiovik (IG: @fisiovik).
He estudiado Ciencias del Deporte y de la Actividad Física y me especialicé en la rama de Salud. Trabajé en una clínica de fisioterapia durante años de readaptadora deportiva hasta que finalmente me animé a hacer fisioterapia.